Todos hemos escuchado historias maravillosas sobre los rastros. Coleccionistas que han encontrado grandes hallazgos, a precios irrisorios. Y, pese a que algunas de ellas suenan a leyenda urbana más que a otra cosa, siempre tenemos algún conocido con el que podemos corroborar que dichas historias son ciertas.
Obviamente, que existan estas historias, y sean veraces, no significa que se trate de lo habitual, sino más bien son una excepción. Entonces, ¿realmente vale la pena acudir a los rastros? Bueno, eso depende de muchos factores, principalmente de qué tipo de coleccionista seamos y qué tipo de figuras queremos agregar a nuestra colección. Así que vamos a intentar analizar el tema de una manera más profunda.
Los rastros han ido evolucionando, al igual que el resto de sitios de compra y venta.
En la actualidad, no es complicado encontrar vendedores especializados en una temática, como puede ser los juguetes o los videojuegos. Esto tiene la ventaja de que podemos buscar directamente las piezas que nos interesan pero, en cambio, los precios suelen estar dentro de los valores normales de mercado. Por este motivo, los habituales de los rastros suelen decir que los mejores hallazgos se obtienen en tiendas que tienen un popurrí de objetos apilados. Hay que ponerse a rebuscar entre un montón de «basura» hasta encontrar una pieza que nos puede interesar y demostrar nuestras habilidades de regateo para obtener nuestra pieza.
En general, cuando encontramos algo, se trata de juguetes usados, sin sus accesorios y seguramente con más de un arañazo. Así que los rastros no son sitios recomendados, desde mi punto de vista, para gente que trata de coleccionar cosas selladas o en caja. Tampoco para aquellos muy perfeccionistas con el estado de sus piezas, ni para aquellos que buscan figuras completas, ya que muchas veces nos va a costar más obtener los accesorios por separado, que si hubiésemos comprado el pack desde un primer momento.
Por el contrario, los rastros son sitios que pueden resultar muy provechosos en el caso de que seas un coleccionista loose, al que le importe algo menos el estado de las adquisiciones, y que con un buen lavado, se solucionen tus problemas.
También es muy interesante para financiar tu colección. Se pueden utilizar bien como inversión, vendiendo luego las piezas a un precio mayor al coste original, o por el contrario, se pueden usar en el intercambio entre coleccionistas.
Otro de los casos interesantes es poder hacerse con lotes o figuras con el fin de customizarlas. Los rastros son lugares perfectos para hacerse con un buen puñado de figuras y utilizarlas como base para futuras obras. O se pueden restaurar y quedar como figuras impolutas.
Como consejo os diría que que si tenéis oportunidad de haceros con un lote de accesorios, que no lo dejéis escapar, siempre que esté a buen precio. Aunque entre ellos no haya ninguno que nos interese de manera especial, podemos ayudar a compañeros de afición a completar sus figuras.
Esta sería de forma resumida mi visión de los rastros, aunque dependiendo de la zona donde viváis, puede variar de forma drástica. Lo mejor, como siempre, es ir uno mismo y sacar sus propias conclusiones.
Viví en Madrid, salía del piso y justo ahí estaban todas las personas vendiendo. Caminando unas calles hacia abajo, recuerdo un señor que tenía varias figuras, allí encontré a la figura vintage de Mikey. Estaba en muy buen estado, hasta venía con los chacos.